Tras años del modelo-universidad empresa, la precariedad y la mercantilización muestran su peor rostro ante la pandemia del coronavirus. El gobierno “progresista” sigue avanzando con su modelo neoliberal para la educación. Frente a ello, la comunidad universitaria y los centros de investigación saldremos a la huelga.

El próximo miércoles 21 de octubre tendrá lugar la huelga estatal universitaria y de centros de investigación convocada por la Coordinadora Investigación y Universidades del sindicato CGT junto a Doctorands en Lluita, el Sindicat d’Estudiants del Països Catalans (SEPC) y la Coordinadora Obrera Sindical (COS). También se han sumado otras asociaciones y agrupaciones estudiantiles como la FEL, Front d’Estudiants, AEP y Contracorriente.

Después de varias jornadas de huelga en primaria y secundaria durante las pasadas semanas, las universidades se suman de esta manera a las movilizaciones en el sector educativo. Se trata de un llamamiento que apela a personal técnico e investigador, profesorado, estudiantes y subcontratas. Tras el avance de la universidad neoliberal con la entrada del Plan Bolonia, denuncian el aumento de la precariedad y la mercantilización que ha sufrido el sistema universitario los últimos años y que se ha expresado con dureza durante la desastrosa gestión de la pandemia.

No a la precariedad, sí a la presencialidad

Desde Contracorriente también nos sumamos a esta convocatoria, y la estamos construyendo en varias universidades de todo el Estado, pues ahora más que nunca resulta necesario discutir qué tipo de universidad queremos. Esta pandemia ha sacado a la luz muchos de los problemas intrínsecos al capitalismo, incluidos los relacionados con la educación. Vemos una universidad basada en la explotación del profesorado, la externalización de servicios y falsos asociados que hacen jornadas eternas de trabajo con sueldos de miseria. A su vez, miles de jóvenes han tenido que dejar los estudios debido a las tasas abusivas que suponen una clara barrera de entrada para la clase trabajadora y los sectores populares.

Cuando llegó el momento de volver a las aulas, los rectorados dijeron que no había condiciones para realizar la totalidad de las clases presenciales de manera segura. Así, se impuso una docencia híbrida que chocaba con la realidad de los y las estudiantes; clases online sin los recursos necesarios garantizados, viajes a la universidad en transportes públicos abarrotados y trabajos precarios sin condiciones de seguridad para poder seguir pagando una matrícula desorbitada, aunque no pisamos el campus. Por supuesto, todo ello sin contar con la más mínima opinión de la comunidad universitaria, tal y como ya sucedió el curso pasado. De hecho, los rectorados están aprovechando la situación para atacar la autoorganización estudiantil impidiendo cualquier posibilidad de reunión, asamblea o acto, o incluso llegando a cerrar los locales de las asociaciones sin previo aviso.

Desde que empezó la pandemia, los gobiernos han utilizado a la juventud como chivo expiatorio para ocultar su propia responsabilidad. En verano los rebrotes eran causa de los botellones y no de la falta de condiciones de seguridad en las que trabajan los temporeros o los barrios obreros donde es imposible mantener la distancia de seguridad. Ahora, cuando la situación sanitaria empeora, la primera medida parece ser cerrar universidades que ya contaban con una baja presencialidad como es el caso de Cataluña.

Los y las estudiantes no queremos pagar las consecuencias de las políticas de los gobiernos de turno que protegen a las empresas y descargan la crisis sobre la clase trabajadora y los sectores populares. No queremos clases presenciales cargadas sobre las espaldas del personal docente y no docente ya explotado, ni tampoco a costa de arriesgar nuestra salud. Eso nos lleva a luchar por garantizar las condiciones necesarias para garantizar la presencialidad con las medidas higiénico-sanitarias pertinentes y la calidad de la enseñanza. El próximo miércoles saldremos por:

¡Contratación de personal docente y no docente en condiciones dignas! Para poder reducir las ratios y cubrir todas las bajas sin cargar el sobreesfuerzo sobre los y las trabajadoras de la universidad. Eliminación de las figuras precarias y la temporalidad que ya eran un gran problema antes de la pandemia.

¡Habilitación de espacios de estudio! Dentro de las propias estructuras universitarias- como las bibliotecas – pero también fuera de ellas, haciendo uso de instalaciones vacías que se puedan reactivar en base a las necesidades actuales.

¡Reapertura y/o habilitación de los espacios de reunión e intercambio! Tampoco podemos permitir que la covid se utilice como excusa para cerrar espacios de reunión e intercambio, como los locales de las asociaciones, el césped u otros espacios abiertos. La autoorganización estudiantil hoy resulta fundamental para conquistar nuestras demandas y no podemos aceptar este tipo de ataques que tratan de impedirla. Por ello, exigimos la reapertura de este tipo de espacios con las medidas de seguridad necesarias.

¡No a la brecha digital! Es fundamental poner los medios necesarios para asegurar la posibilidad de la docencia presencial, pero en el caso de volver parcial o totalmente a la docencia online, exigimos equipos informáticos y conexión en internet aseguradas para todo el alumnado para evitar que esta profundice todavía más la división de clases en la educación. También es necesario aportar el material necesario para la docencia online al profesorado.

¿La universidad y el conocimiento al servicio de quién?

Tal y como denuncia el Personal Docente e Investigador, los despidos y la reducción de inversión en investigación se han reducido desde la crisis del 2008, lo cual ha supuesto un sobresfuerzo por parte de las plantillas existentes. Asimismo, la entrada de las empresas en la universidad ha supuesto que la investigación se dirija a satisfacer las necesidades del mercado y no de la sociedad, así como la externalización de servicios como las cafeterías y la limpieza.

El coronavirus ha puesto de manifiesto el nefasto resultado de una economía y conocimiento al servicio de las empresas. Tras décadas de recortes de la sanidad pública y el avance en su privatización, el sistema sanitario colapsa; las farmacéuticas crecen en bolsa y compiten por ver quién saca más beneficio de la invención de la vacuna; Amazon y los servicios online crecen mientras miles de pequeños comercios se arruinan. Mientras tanto, la clase trabajadora y los sectores populares sufren el aumento de la precariedad, nos confinan en los barrios y nos vemos obligados a ir trabajar para seguir acrecentando las fortunas de las empresas.

Sin embargo, el modelo de la universidad neoliberal es el preferido por el actual ministro Manuel Castells, quien es un firme defensor del modelo norteamericano – uno de los más elitistas – y defiende la participación de las empresas en la financiación de la universidad, obviando que esto supone subordinar el conocimiento a los intereses privados.

Ahora más que nunca debemos luchar por poner las universidades al servicio de las necesidades del conjunto de la sociedad y acabar con las barreras de entrada que elitizan cada vez más la educación.

¡Fuera las tasas universitarias! El coste de estudiar supone uno de los principales cortes de clase que cada año expulsan a estudiantes de las aulas e impiden la entrada de muchos más. La universidad debe financiarse con impuestos a las grandes fortunas y con el dinero que desvían a la privada, no con las tasas sobre las espaldas del estudiantado y las familias.

¡No al Consejo Social! Este órgano es uno de los símbolos de la universidad neoliberal, a través del cual las empresas tienen poder de decisión sobre las líneas de investigación y los presupuestos. Porque creemos que la universidad no debe estar gestionada por órganos antidemocráticos como los actuales ni bajo la influencia de empresas, sino que debe ser el conjunto de la comunidad universitaria quien la gestione.

¡Internalización de los servicios! Cada proceso de privatización ha supuesto el empeoramiento del servicio y la precarización de los puestos de trabajo. Servicios como las cafeterías, mantenimiento y la limpieza son una parte esencial de la universidad y por ello deben ser gestionados por la misma, no por agentes privados.

Por una investigación pública y sin precariedad, al servicio de la sociedad, los y las trabajadoras y las clases populares, no de las grandes empresas.

Desde Contracorriente sabemos que esto no podremos conseguirlo solas ni sumando fuerzas únicamente fuerzas con otras organizaciones juveniles. Precisamente por esto, luchamos por poner en pie un movimiento estudiantil combativo, de base y democrático; que organice asambleas masivas en cada centro de estudio donde se reúnan estudiantes, personal docente y no docente. Solo así podremos discutir por qué medidas pelear y cómo conseguirlas sumando a miles de estudiantes que todavía no se organizan que permitan aumentar nuestra fuerza.

Consideramos que las huelgas hay que organizarlas desde abajo y en asambleas. Con esa idea hemos puesto en pie, junto a otras asociaciones, la asamblea abierta de la UAM, desde donde estamos construyendo la huelga, discutiendo y decidiendo nuestras demandas y acciones, llamando a toda la comunidad universitaria a sumarse y exigiendo a las burocracias sindicales que dejen de reunirse con la patronal y se sumen a la convocatoria. A su vez, peleamos por unificar la lucha de toda la comunidad educativa, rompiendo con la división entre niveles a la que se adaptan las organizaciones estudiantiles. Así, en Cataluña participamos de la huelga de educación el 9 y 15 de octubre, junto al profesorado de primaria y secundaria, pero también junto a las monitoras de los comedores que habían sido dejadas de lado por las burocracias sindicales.

La entrada de un ministro neoliberal como Castells ya nos dejó claro antes de la pandemia que la lucha por medidas como las que planteamos no sería en alianza con el gobierno “progresista”, sino haciéndole frente. La pandemia ha demostrado que tanto el PSOE y Unidas Podemos desde el gobierno central, Ayuso desde la Comunidad de Madrid o Torra en Cataluña, comparten los mismos planes para proteger los intereses de las empresas y hacer pagar la crisis a la clase trabajadora y los sectores populares.

Así pues, peleamos dentro del movimiento estudiantil para que se alíe con sectores de trabajadores en lucha como los MIR, con las trabajadoras de la limpieza del Hospital Gregorio Marañón durante su huelga o los obreros de Nissan y sus subcontratas en defensa de sus puestos de trabajo. Solo así, desde un movimiento estudiantil aliado con la clase trabajadora, podremos pelear por conquistar nuestras propias demandas y otras de interés común, como un impuesto progresivo a las grandes fortunas para sufragar los gastos extraordinarios en sectores como educación y sanidad o el control del transporte público por su plantilla y usuarios para garantizar condiciones de seguridad.

Si vuelven a cerrar las universidades totalmente, no podemos volver a los laboratorios vacíos y miles de estudiantes sobrecargados de trabajos en casa como en la primera ola. Contrariamente, la universidad debe jugar un rol clave para luchar contra la pandemia, utilizando los laboratorios para producir los insumos sanitarios necesarios y las residencias vacías para cubrir la falta de camas previsible. Además, los y las estudiantes también podríamos jugar un papel importante. Quienes estudian derecho podrían asesorar a los y las trabajadoras cuyos derechos se ven vulnerados; estudiantes de magisterio podrían dar refuerzo a los y las niñas, así como desde las facultades de educación se podría proporcionar ayuda a las familias y desde medicina y biología colaborar con la realización de PCR tras la capacitación necesaria.

Hoy más que nunca luchamos por poner el conocimiento al servicio de la transformación social y no del capital. Porque queremos convertir la universidad en la punta de lanza contra este régimen heredero del franquismo y contra este sistema capitalista.

¡Contáctanos y marcha con nosotras en las distintas movilizaciones!

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